En el post anterior veíamos como el método científico provee de las herramientas para describir de la forma más precisa los fenómenos naturales, no para descubrir una Verdad con mayúsculas en un sentido filosófico o místico.
Es importante diferenciar muy bien entre ambas características, porque alguien puede haberse curado por un milagro de la Virgen, o puede haber visto un pitufo, o simplemente se ha curado de una enfermedad determinada estando al sol y sin comer azúcar. Pero si ese hecho no es reproducible, esto es, si nadie puede comprobar que bajo las mismas condiciones (rezando, acechando como Gárgamel o estando al sol y sin comer azucar) el patrón se repite, no es útil. Simple y llanamente. No nos sirve para construir una hipótesis y no nos permite validarla. No nos permite explicar un fenómeno. Por tanto no es ciencia.
Si siempre que suelto una manzana se cae al suelo, puedo hipotetizar que existe una fuerza que la atrae. Diseño la teoría y la formulo matemáticamente, para posteriormente hacer predicciones, como por ejemplo, que si la suelto desde un metro de altura esta siempre va a caer, y llegará con x velocidad. Si alguna vez esto no sucede tengo o que cambiar la hipótesis (si no cae) o ajustar las ecuaciones (si me he equivocado con la velocidad).
Esta característica se denomina Falsabilidad, y es la prueba fundamental que permite diferenciar (según la filosofía de la ciencia, que también existe) entre ciencias y pseudociencias.
Que una teoría, hipótesis o lo que quieras sea falsable significa que debe hacer predicciones suficientemente precisas (nada de vaguedades como cuando urano está sobre neptuno te va a pasar algo importante) como para ser fruto de experimentación, y en caso de que los experimentos contradigan las predicciones, la teoría va a ser descartada inmediatamente. Sin medias tintas. No sirve.
Puedes hipotetizar sobre que el té de canela cura la depresión, pero para demostrar que es efectivo tienes que hacer un ensayo doble ciego. Coger cientos (o miles) de personas con depresión y a la mitad -grupo de test- darle té de canela auténtico (acorde con tu hipótesis) y a la otra mitad -grupo control- darle un sucedáneo de té que se parezca mucho.
Muchos de los depresivos de ambos grupos se curarán. Es lo que se llama Efecto Placebo, que no es el objetivo de este post. Puede ser debido al estado de ánimo, a factores ambientales, a curación espontánea (sí, existe), etc. De modo que para poder decir que tu hipótesis de que el té de canela es efectivo, la cantidad de depresivos que se han curado en el grupo test tiene que ser significativamente mayor que la del grupo control.
Suena lógico, ¿a que sí? Porque aunque sólo lo mirásemos desde un punto de vista utilitarista, si el número de curados en ambos grupos es similar, podemos simplemente darles a todos el sucedáneo y decirles que les va a curar, y punto. Y nos ahorramos comprar ese caro té de canela. Y desde un punto de vista científico, este té no ha demostrado funcionar mejor que otras cosas, por lo que nuestra teoría de que este té cura la depresión, es falsa.
Al margen de esta visión utilitarista, la visión de la ciencia es simple: si las conclusiones de tu hipótesis no se pueden probar -reproducir-, se descarta la hipótesis.
Alguien dijo que había visto un pitufo. Quizá es verdad. Pero la verdad no es relevante. Lo verdaderamente relevante es el conocimiento que se puede transmitir y utilizar. Lo que se puede probar. El resto, simplemente, da igual.