Hoy he leído, como tantos otros días, un artículo firmado por un supuesto «científico» de la «ciencia alternativa». Al principio siempre llaman mucho la atención, porque parecen llenar un vacío existente en la que llaman Ciencia Oficial, por lo que podría parecer que se complementan.
Sin embargo, la cuestión puede llegar a ser muy simple, aunque muchas veces los científicos la olvidamos un poco. La ciencia no es la verdad absoluta. Es el modelo más aproximado a la realidad, y una forma metódica de buscar y validar dichos modelos.
Así pues, de aquí se deduce una máxima muy importante. La Ciencia Alternativa que se demuestra que funciona se convierte en Ciencia Oficial. Tan simple y llano como esto.
La investigación científica consiste en:
- Observar el mundo y lo que ocurre en él (física, naturaleza, biología, medicina…)
- Caracterizar lo que ocurre mediante alguna herramienta (cuanto más objetiva mejor, como las matemáticas).
- Realizar una hipótesis que explique el por qué ocurre esto y que permita realizar predicciones (físicas, matemáticas, diagnóstico, etc).
Hasta este punto, las ciencias y las pseudociencias más -digámoslo así- viables son muy parecidas. En ambas se observan hechos y realidades del mundo y se postulan hipótesis acerca de las mismas. De modo que la única diferencia estriba en que la Ciencia añade otros dos puntos que las pseudociencias obvian:
- Se realizan experimentos para probar todas las predicciones que se pueden hacer con la hipótesis formulada.
- Si todos los experimentos coinciden con las predicciones de la hipótesis, ésta se acepta (siempre temporalmente) como teoría. Si uno de los experimentos refuta las predicciones, la hipótesis se descarta automáticamente, esto es, no es cierta.
Estos pequeños pasos de validación son los que diferencian a una ciencia real de una pseudociencia. Y ya digo, la ciencia no es la verdad. Es lo que más nos permite aproximarnos a un modelo de por qué y cómo funcionan las cosas.
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